Para no faltar a la tradición ni a la verdad nos despertamos a las 7 de la mañana con calor, mucho calor.
"Rápidamente" (algunas horas después) desayunamos y fuimos al puerto a ver a los pescadores como llegaban con los cayucos a soltar la pesca. Para llegar tuvimos que cruzar el mercado y ese fue el momento en el que todos pensamos "ostras, estoy en África". Poco a poco nos abrimos paso por las embarradas e intransitables calles esquivando charcos, caballos, coches, vendedores, mendigos y algún que otro predicador. Como suele decir nuestro gran maestro Roberto: Auténtico.
Aunque parezca mentira, me pongo colorada cuando me miras... Quiero decir, llegamos al puerto (por llamarlo de alguna forma) y se hizo en silencio entre el grupo. Ante nosotros se extendían kilómetros de playa plagados de cayucos, toneladas de basura y más gente todavía. Es difícil explicar lo que se siente ante semejante estampa.
Y para rematar el paseo conocimos a un grupo de niños que iban todos juntos y con un vestido de tela blanca que resultaron ser niños que acababan de ser circuncidados y es costumbre que vayan con otro niño " ya iniciado" que les guía por el mercado para mendigar para sus familias.
Ya en el campa nos tocó el momento albañil del día sin piropos, o no los entendíamos, y estuvimos construyendo unas cantinas, que son unas tiendas. Nos parece que aquello fue muy simbólico porque en realidad apenas levantamos un par de filas de ladrillos y nivelamos el suelo.
Luego los que quisieron fueron a la playa a bañarse entre la basura y nos pusimos a comer.
Por la tarde llego el momento tierno de lagrimita en el ojo: fuimos a visitar el orfanato (casa cuna) de M'bour y mas tarde la casa de un artista local: la más estrafalaria y colorida que se pueda visitar en el mundo.
Cuando conseguimos, tras unas horas, estrenar nuestras mosquiteras comenzó el calvario. En menos de lo que canta un gallo nos vimos en el ojo del huracán. El toldo\carpa voló (y yo volé de el). Apenas parpadeamos y caía el diluvio universal. Increíblemente hacia frío!
Pese a todos los obstáculos que se nos presentaban los valientes Scouts recogimos el campa en minutos bajo una lluvia que mojaba igual que una ducha y lo merinos todo bajo techo calados hasta los huesos. Nunca vimos llover así ni en los documentales de La 2.
Finalmente nos acoplamos todos para cenar y dormir y el día término bien.
